El argumento de la novela es la ausencia. Un cónsul siempre extraña su patria, su tierra, su cultura, siempre es una especie de exiliado, alguien que debe representar a su patria pero sin ella. Lejos, extrañado, a veces incluso destratado por el poder central de su país. Con gran manejo del desbaratamiento barthesano, como al pasar, sin cargada de tintas ni bajadas de línea obvias, Porretti muestra la constante contradicción de nuestros países latinoamericanos. El lenguaje del libro, su ritmo, su sonoridad, sus imágenes, son de alto valor literario, poético. En definitiva, esta nouvelle es un diario de signo pessoano, como si todas las cosas de Caracas necesitaran la mirada del cónsul para existir. Al terminar el libro nos queda la sospecha de que Caracas es una ciudad bella, múltiple, rica, pero que su forma exacta, la verdadera, es la imaginada, la dolida, la amada, la que queda en este libro. Para siempre.

La forma exacta de la ausencia
El cónsul Ernesto Pellegrini, personaje central de la nouvelle “La forma exacta de Caracas”, de Eduardo Porretti, pertenece a una galería exquisita de cónsules argentinos en la literatura nacional.
El argumento de la novela es la ausencia. Un cónsul siempre extraña su patria, su tierra, su cultura, siempre es una especie de exiliado, alguien que debe representar a su patria pero sin ella. Lejos, extrañado, a veces incluso destratado por el poder central de su país.
Con gran manejo del desbaratamiento barthesano, como al pasar, sin cargada de tintas ni bajadas de línea obvias, Porretti muestra la constante contradicción de nuestros países latinoamericanos. El lenguaje del libro, su ritmo, su sonoridad, sus imágenes, son de alto valor literario, poético.
En definitiva, esta nouvelle es un diario de signo pessoano, como si todas las cosas de Caracas necesitaran la mirada del cónsul para existir. Al terminar el libro nos queda la sospecha de que Caracas es una ciudad bella, múltiple, rica, pero que su forma exacta, la verdadera, es la imaginada, la dolida, la amada, la que queda en este libro. Para siempre.
Marcelo Scalona. Extracto del prólogo.