Sostengo que la (buena) literatura sobre el suburbio americano tiene la doble virtud de describir el sitio donde tiene lugar una muy particular americanidad -distinta de la que tiene lugar en las costas liberales y en el hinterland conversador- al tiempo de retratar asertivamente la marca indubitable de esa región: la soledad. Así, Richard Yeats primero que nadie y –entre otros, pero nadie como él- John Cheever después describieron con agudeza esa mezcla de insoportable perfección y ausencia de vida genuina, que Cheever calificó como “mundo extraño y alcoholizado” y al que Yates describió como dominado por una desesperanzada vacuidad (hopeless emptiness). Sugiero leer El Nadador, esa obra maestra de Cheever, suerte de cartografía del suburbio rico americano, para poder entender el escenario en el que tienen lugar esos dolores viejos y esas ansiedades nuevas. Para tomar conciencia del valor de esta narración, tomemos en cuenta de que el cuento sostiene que las piscinas de un Condado de Connecticut son algo así como un quasi-subterranean stream that curved across the county.
Fuentes